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El niño y la lectura
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Cada tarde, mi tía Antonia instalaba su silla mecedora en la puerta de la casa, sus lentes y sus revistas de Selecciones de Reader's Digest la acompañaban.Yo tenía 7 años y me gustaba pasar tiempo con ella, a veces entre lentes, me miraba y me pedía que me siente a su lado para leerme algunas de sus historias encontradas en esta revista. A pesar que en el colegio me enseñaban a leer, es con mi tía con quien aprendí más En mis ratos libres, me gustaba recortar fotos de las publicidades de autos aparecidas en las revistas usadas de mis padres. La única revista que no podía tocar, sin el permiso de mi tía, eran las de Selecciones. Ella las coleccionaba número tras número sin perderse uno. El tamaño, las letras y los colores de esta revista me gustaban, creo fue un buen ejercicio de matemáticas aprender a ponerlas en orden. Un día, decidí saber porque cuidaba con tanto recelo sus revistas, ella fue categórica al responderme que la cultura había que guardarla, además estas revistas costarían fortuna más tarde.Desde ese momento, la acompañé en sus lecturas vespertinas con la esperanza de devenir un hombre culto, sin embargo, de la revista solo me quedó el recuerdo de la sección de humor "risas remedio infalible" y de "citas citables".

Con los años mi tía partió al cielo y las revistas se quedaron en tierra, ella nunca sabrá que por su colección tan preciada no nos dieron fortuna alguna, pero si me enseñaron a leer.

 

por

Marco Almeyda
Montreal - Canadá
2005
 
 
Un libro por una bicicleta.

Un día, me tocó conocer a uno de los autores más importantes de América Latina, de quien conocía sus obras gracias a la lectura.
Eran los años 90, trabajaba para la producción de un programa de televisión llamado "Informalísimo", programa de conversación filmada donde los invitados venían a compartir sus experiencias de vida. A mi me enviaron a cubrir la conferencia de prensa, a pesar de mi poca experiencia con entrevistas.
Esa tarde, todos los periodistas de oficio hacian las preguntas respectivas sobre la obra de este autor, mi camarógrafo me pide que participe de la conferencia, haciendo una pregunta para el programa.
Una pregunta? como hacer una pregunta a alguien tan reconocido y admirado en la literatura.
Como yo, un simple estudiante de periodismo, podía atreverme a hacer eso?
La presión era fuerte y la conferencia ya casi llegaba a su fin.
En ese momento me acordé de mi tía y de su amor por la lectura, recordé también, las tardes que pasamos juntos y en esos recuerdos me vino la pregunta que siempre quise hacer y que nunca le hice a ella. Cual fue el primer libro que leyó?
Un silencio sepulcral invadió la sala de conferencias, el autor agachó la cabeza y se puso a llorar.
Todos me miraban desconcertados y yo me sentía con ganas de escapar. Después de unos minutos y luego de tomar un poco de agua, el escritor me mira, agradece mi pregunta, y responde a todos;
"Es la primera vez que me hacen una pregunta así.
"Era el día de mi cumpleaños número 8, había pedido a mis padres como regalo una bicicleta. Era mi deseo más preciado a esa edad. Mi casa no era muy grande así que no habían muchos espacios para esconder el ansiado regalo.Busqué por todos lados, tenía ganas de preguntar a todos donde la habían escondido, pero tuve que esperar. La tradición era entregar el regalo cuando toda la familia estuviera reunida alrededor de la torta. Mi madre salió de la cocina cantando con mis hermanos, mi padre se me acerca, con un pequeño paquete y me dice, feliz cumpleaños hijo. Yo seguía buscando la bicicleta, este no es mi regalo grité mientras tiraba el paquete con dirección a la torta.Yo pedí una bicicleta...donde está? en ese momento mis gritos y mis llantos se confundían con las palabras de consuelo de mi madre, quien me explicaba que por falta de dinero no habían podido ofrecerme la bicicleta. Mi padre muy molesto por mi reacción me cogió del brazo y me encerró en mi cuarto. Allí te quedas con tu regalo hasta que aprendas a apreciar lo que podemos ofrecerte. Luego cerró la puerta y se fue.No recuerdo cuanto tiempo me quedé observando el pequeño paquete hasta que mi curiosidad me venció. Lo abrí a pesar de mi cólera. Envuelto cuidadosamente, encontré lo que sería, mi primer libro "La Cabaña del tío Tom" Cuando vinieron a buscarme para levantarme el castigo, yo estaba tan apasionado con la lectura, que no quise salir......hasta el día de hoy.Gracias Papá, por este hermoso regalo número 8 donde sea que te encuentres.......

Después de contarnos esta historia, el escritor vuelve a beber un poco de agua, me vuelve a mirar y se despide. Fin de la conferencia y final de mi primera entrevista.

Un mundo sin Petróleo, es posible.

Conocí a Ismael a la edad de 4 años, siempre le gustaba que le contaran historias, actividad que hacía con su madre y que repetía conmigo a su manera. Empezó señalando e interpretando los dibujos que en su libros encontraba. Más tarde, aprendió a leer y hasta el día de hoy es la actividad que más aprecia, mientras su hermana crece jugando él viaja leyendo. En su cuarto, en el salón, en el auto o en la cocina, inclusive en el baño, con ruido o en silencio siempre está leyendo.Yo, no leo tanto como Ismael, sin embargo desde niño soñé con tener una gran biblioteca, por eso desde que tuve la oportunidad de trabajar no he dejado de comprar libros. Algunos de los clásicos de la literatura los aprendí a leer en el colegio, es lo primero que compré con la esperanza de que mis hijos lo quieran leer y que puedan tener acceso a ellos.Gracias a esta biblioteca Ismael comieza a descubrir A Jules Verne, el día que me pidió prestada la novela Vingt Mille Lieues sous les mers. (Texte Integral) Tuve mis dudas por su edad y por su nivel de comprensión, sin embargo, durante la cena me sorprendió con sus comentarios. Hablábamos del petróleo y de la contaminación, de cómo los seres humanos nos habíamos convertido en dependientes del uso del auto y de nuestra indiferencia por el medio ambiente.Ismael interviene diciéndonos que para el Capitan Nemo el petróleo no era necesario, que él era capaz de vivir en una isla y alimentarse de manera natural, que podía vivir viajando en el fondo del mar con el Nautilius y que no tenía necesidad de hacer la guerra para descubrir y conquistar nuevos lugares.

Entonces un mundo sin guerras y sin petroleo si es posible..........

Es verdad, pensé, mientras tenía ganas de correr a mi cuarto, coger el libro de la biblioteca y hacer otra vez el viaje que Ismael estaba haciendo y así volver a encontrar al capitán nemo para subir al nautilius y viajar con él.Por lo pronto, me quedo aquí, en la Isla de Montréal. Disfrutando de la nueva biblioteca, con mi tía Antonia y sus revistas, con el escritor famoso que se quedó sin bicicleta y con Ismael que me invita a leer la vida, con ojos de niño. Gracias hijo.

Buena lectura a todos.

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