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El silbado
 I

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“En tiempos muy remotos, bajaban de los cerros nuestros Sacerdotes Andinos. Iban cargados de valiosos secretos para guardarlos en el mar. Huían de unos extraños y poderosos brujos que habían llegado, para apoderarse de todas las riquezas de los Andes. Estos brujos eran tan malvados y avarientos, que no dudaron en traicionar a su propio Dios.

  Ante el estupor de los cerros, los extraños brujos mataron y destruyeron todo a su paso.

  Sigilosos entre los escombros se escondían los Sacerdotes Andinos. Preocupados por lo que sucedía, decidieron concentrar sus conocimientos, para conservar los inventos y descubrimientos logrados durante más de 20,000 años. Sabiduría forjada en los más importantes señoríos e imperios que florecieron en los Andes.

  Dedicados a esta tarea nuestros Sacerdotes recorrían los Andes a lo largo y ancho. Algunos convertidos en llamas o alpacas, otros en imponentes cóndores. Y luego bajaban al mar, envueltos entre secretos y sabiduría, para esconderse entre las aguas.

  Enterados de esto, los malvados brujos perseguían a los Sacerdotes Andinos. Quienes no llegaron al mar, eran capturados y destruidos. Otros, antes de ser capturados se convertían en lagos o ríos, regando sus secretos y sabiduría en los Andes.

  Los malvados brujos montaron guardia por el extenso litoral, no se atrevían a ingresar al mar.

  Haciendo uso de sus poderes, los Sacerdotes Andinos desde el mar, se comunicaban con los otros Sacerdotes que aun recorrían los Andes (dicen que era a través de las nubes que salían desde el mar) iban enseñando a la gente de diferentes regiones, el lugar al que debían concurrir progresivamente, de generación en generación, para recibir los secretos y sabiduría preservados en el mar. Para construir una nación más justa y prospera.

  De algo debieron enterarse los malvados brujos, aunque no muy seguros (porque nunca lograron entender la cultura Andina) Aun así, como presintiendo algo, edificaron en el lugar referido una gran loma de arena, en forma de “lomo de Corvina”, para evitar que esos hombres y mujeres llegasen al mar.

  Desde entonces, los malvados brujos comenzaron a pelear entre si, con la misma maldad y avaricia, disputándose nuestras riquezas. Y luego de varias generaciones, miles de hombres y mujeres llegaron un día, a las faldas del cerro “lomo de Corvina”, donde hoy florece el pueblo de Villa el Salvador. Hombres y mujeres que sin conocer esta historia, reciben mensajes desde el mar, impregnados en la neblina que invade sus calles día a día....”

por

Javier Bernaola
Villa El Salvador
2006
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  II
 

El rumor del mar invade las calles de Villa El Salvador, la espesa neblina es como un extraño aliento que va forzando puertas, ventanas y las rendijas de esteras.

En un autobús lleno de gente; parada, cansada y confundida, la joven Emilia recuerda la historia de los Sacerdotes Andinos. La recrea una y otra vez, para no sentir el largo y pesado viaje de regreso a casa. Su padre se la enseñó cuando estaba pequeña, pero aun recuerda bien esa historia.

Tras largo viaje, el microbús se detiene. Una vez más, de su interior descienden algunas personas que, agazapándose en si mismas intentan soportar el penetrante frío de invierno.

Aún cargado de pasajeros, el microbús continúa su marcha. En una esquina del paradero, como todas las noches, un destacamento de vendedoras esperan, con carretas alineadas en la vereda, librando una batalla mas para sobrevivir...! cafecito caliente, papita rellena, pescadito frito, cigarros y caramelos! Son ofrecidos como plegarias al cielo, mientras espantan las moscas con un ramillete de ruda para la buena suerte. Algunos se quedan a consumir algo, otros siguen su camino, llevándose consigo el delicioso aroma y la angustiada mirada de algún vendedor.

Con los brazos cruzados Emilia acelera la marcha, acompañan su recorrido algunos postes, que compartiendo su cansancio alumbran débilmente.

•  Si todo sigue así, este mes me inscribo en una academia para postular a la universidad- murmura Emilia mientras recoge unas piedras para protegerse de los perros.

Con el rostro casi congelado la joven avanza, su padre le había enseñado algunos secretos para la confección de ropa, hasta que una terrible enfermedad lo arrancó de su familia, desde entonces ella y su madre luchan diariamente para mantener el hogar.

En la esquina le sale al encuentro “Gitano”, su viejo y fiel perro guardián, dando saltos y moviendo la cola Gitano recibe el pedazo de pan que le ofrece su dueña y juntos se dirigen a su hogar.

Con ligera garúa el frío arrecia aun más. Emilia empuja la puerta, tras ingresar cierra con cuidado para no despertar a la familia. En la calle Gitano acosa ferozmente a una persona, esta se detiene y lo enfrenta enérgicamente.

•  ¡otra vez! ¿qué pasa Gitano? –

Al reconocer al vecino, Gitano se calma al instante y aceptando el reproche se retira lentamente, buscando el tibio hueco donde reposaba.

Emilia prende el foco de la sala y divisa su cena. En la siguiente habitación están durmiendo sus hermanos, pero su madre despierta.

•  Emilia ¿por qué llegas tan tarde? Ya estaba preocupada.

•  Es que por suerte conseguí un trabajito mas en otro taller de costura, haber si así podemos cambiar algunas calaminas, que ya están con huecos- responde Emilia

En una esquina de la sala, Emilia cuelga su bolsa de herramientas, para sentarse a cenar. Al descubrir el plato, se encuentra con la especialidad del Comedor Popular... Parece que el frío ha encogido aun más la comida, pero más fría está ella y hambrienta también, devorando en el acto la popular cena.

•  Ya no hay mucho trabajo, tendrán que sacar a una cuantas, ojalá no vuelva a quedarme sin trabajar-

•  No te preocupes, me ayudarás en el negocio, ya encontraras otro trabajo- replica la madre.

Emilia cubre los platos vacíos y se alista para dormir. Como todos los viernes, renueva su Fe ante la imagen de la Virgen María. Luego de rezar, prende la vela que ilumina la imagen durante unas horas, prolongando sus oraciones. Ya en la cama totalmente cansada se dispone a dormir. El cansancio de la mano con el frío van culminando su diaria tarea. Pero un reflejo de la vela encendida descubre el SILBATO de su padre... amordazado en una esquina del cuarto, casi ni se distingue. Prisionero del polvo y las arañas, que tejen los barrotes de injusticia.

El rayo de luz es persistente e intenso, como la prolongación de un dedo divino que le señala y le insiste, perturbándola con delicadeza. Emilia contempla el Silbato, invadiéndole la nostalgia recuerda las asambleas cuando su padre hablaba a los vecinos. Las grandes marchas por agua, luz, colegios, las faenas comunales y !tantas cosas buenas!...”Cual llamado de campanas para iniciar la misa, así sonaba el Silbato, para las asambleas”. Con la mirada fija en el Silbato Emilia medita aun más...

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  III
 

La vela se acabó y la noche consumió el rayo de luz, solo así Emilia pudo concebir el sueño, con el recuerdo de su padre.

La noche es más oscura con el frío. Un ligero temor invade a Emilia, siente que su casa se estremece y cruje. El temor se acrecienta al observar que un vapor se desprende de las calaminas y palos ¡es la neblina! que va formando un cuerpo extraño y luminoso, que se le acerca. Mas al fondo el Silbato se descuelga, tomando proporciones monstruosas. Emilia cierra los ojos, quiere negar lo que está viendo, cierra los ojos con todas sus fuerzas, pero al instante comienza a sentir que sus pestañas son forcejeadas, dando paso a la neblina que logra abrir sus ojos incrédulos. Las calaminas y palos están radiantes, sus ojos se irritan ante tanto resplandor. El Silbato silba acercándosele. El sonido es muy extraño, Emilia se ríe a carcajadas. El Silbato cambia de sonido y la joven extiende las manos, pero otro sonido ¡hace apretar los puños de Emilia!

El cuerpo blanco y luminoso sigue forzándole los ojos, queriéndose introducir en la joven, quien agitada cambia de posición constantemente. Los sonidos son mas intensos...Ya no puede soportar, su voluntad se quebranta. Pero algo la hace reincorporar lentamente. Uno de los sonidos le parece conocido y se esfuerza en recordar. Mientras ese sonido se acentúa, los otros sonidos se disipan...El Silbato ya no está y el cuerpo luminoso deja de forcejearle los ojos. El sonido es conocido y se hace más fuerte y nítido, sigue y sigue sonando, cada vez más fuerte, tan fuerte que logra despertar a Emilia, quien se incorpora sobresaltada...

Soñolienta y con frío Emilia deja su cama, mientras el reloj despertador sigue timbrando, anunciando que son las 5.00 de la mañana, el inicio de una nueva jornada.

Aun está oscuro y Emilia se alista para trabajar, mientras su memoria aun retiene imágenes de la terrible pesadilla, una vez lista y reincorporada totalmente, la joven contempla el Silbato... apresurada se anima a limpiarlo, dejándolo luego en el mismo lugar. Antes de salir besa la imagen de la Virgen María y enciende otra vela, y la coloca en el mismo lugar que la anterior. Al salir a la calle ya la espera Gitano que, sacudiéndose acompaña a su amiga como todos los días... La neblina aun cubre las calles y Emilia siente un extraño escalofrío.

Poste tras poste, los compañeros apuran el paso y van llegando al paradero. La vereda está despejada pero sucia.

Emilia espera entumida por el frío. Tras unos minutos llega el microbús, que luego de ser abordado por la joven, emprende su fría marcha, hacia un lugar que Gitano se esfuerza en imaginar, contemplando como el microbús se pierde en la oscuridad y la neblina.

Mas gente sigue llegando, hombres y mujeres esperan. El próximo microbús no tardará en llegar. Resignado, Gitano busca en la vereda algo que comer y en la casa de Emilia, la vela ha revivido el rayo de luz, que radiante exhibe al desempolvado Silbato...Mientras en la penumbra, la abnegada madre y sus hijos lo contemplan, esperando un nuevo día...

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
     
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