Villa El Salvador, Lima - Perú
 
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Los arenales de la dignidad
    "¡Esos arenales son la salvación!". Estas palabras, pronunciadas por Monseñor Bambarén, obispo del Cono Sur, en una reunión con el gobierno del general Velasco Alvarado, buscando una solución a los "invasores de las faldas de la Tablada". Un 11 de mayo de 1971, en ese pedazo de desierto situado a 20 kilómetros de Lima, donde tan sólo podían vivir alacranes, nacia Villa El Salvador. Veinticinco años después se ha convertido en una gran ciudad, no por su extensión, sino por sus 300.000 habitantes, unidos bajo el lema: "No tenemos nada, lo haremos todo".
    Contagiados por la euforia de los actos conmemorativos de las bodas de plata de su ciudad, a los pobladores de Villa El Salvador les parece mentira el tiempo transcurridos, unos años en los que los acontecimientos se han sucedido vertiginosamente, desde los múltiples atentados terroristas a la concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1987. Uno de los pioneros comenta: "Parece mentira que hayamos cumplido veinticinco años. Cuando llegué aquí era un chavalito. No había pistas, ni colegios, tampoco centros de salud, ni luz ni agua... Nada. Era un inmenso arenal. Nos dieron un pedazo de terreno. Plantamos unos palos y unas esteras; mi padre exclamó: ¡Hijos, por fin tenemos nuestra casa! Y así fue. Tuvimos que organizarnos para lograr construir nuestra ciudad, pero ha validdo la pena".
    Chela, una profesora del primer colegio secundaria, el "Fe y Alegría", recordaba: "En ese entonces yo estudiaba Magisterio en la Universidad Católica. Nos reunimos varios compañeros para comentar la espectacular noticia de esta gran invasión, decidimos apoyar el proyecto porque había miles de niños que ese año se iban a quedar sin ir al colegio. Las clases la dábamos primero en casas de particulares y luego los dirigentes de la CUAVES nos dieron un local para implementar el colegio. Nadie cobraba, nos movía la ilusión. Así que nos quedamos".
    La organización fue rápida y eficaz. Era una especie de Perú en pequeño, gente de todas las regiones pero con la experiencia de haber trabajado siempre en comunidad; todos con un solo objetivo, el de construir un lugar donde abrigar sus sueños: Se eligieron dirigentes para atender las diferentes necesidades, como la alimentación, el agua, la vigilancia, la educación y la salud. En un mes el inmenso arenal se pobló con más de 100.000 personas.
    La mayoría de ellas procedía de los "cinturones de miseria" de los alrededores de Lima. La capital del país vivía entonces en un vertiginoso proceso de expansión en el que su población aumentaba en progresión geomética. De los 645.000 habitantes de los años 40 se ha pasado a más de siete millones en 1993. La dinámica de crecimiento de la ciudad era y sigue siendo autónoma, sin planificación alguna, a causa de la inexistencia de política de viviendas o planes urbanísticos. El libre albedrío de los emigrantes hacinados en las zonas marginales en busca de un lugar donde vivir sustituía todo eso.
    El 1 de mayo de 1971 se produjo en uno de esos cinturones de miseria, la zona de Pamplona, una invasión donde participaron algunos centenares de personas. La falda del cerro amaneció plagada de banderas bicolores, la noticia corrió como reguero de pólvora por los tugurios de la capital y en dos días se convirtieron en miles los sin techo. Perú vivía bajo el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado quien desde su llegada al poder, en 1968, había impedido la toma de terrenos en Lima por la fuerza.
    Las fuerzas del orden tardaron en someter a los invasores de Pamplona a un cerco con el que se esperaba reducirlos por hambre y sed. Los enfrentamientos violentos fueron inevitables. El saldo: un muerto, cientos de heridos y decenas de detenidos, entre ellos monseñor Bambarén, acusado de ser "un agitador con sotana" por haber señalado que "éstos no son invasores, son personas que buscan un lugar digno para vivir". La reacción y la represión social se multiplicaron por todas partes. El Gobierno tuvo que negociar con los invasores y el 11 de mayo se empezaba a trasladar a miles de personas, en camiones del Ejército, a "los arenales de la salvación".
    El periodo que siguió fue duro y el arenal donde los reubicaron era un lugar lejano, frío y húmedo. Un poblador hace memoria: "la arena, sobre todo, era fastidiosa; mis hijos no se acostumbraban, se les caía la cucharita y se le enterraba; y siempre me decían: papá vamos a Lima".
    Sin embargo, Villa El Salvador se convirtió de una esperanza en una realidad, de la que trató de sacar partido el propio general Velasco al decidir convertirla en una "ciudad cooperativa" que sirviera de plataforma propagandística del "Gobierno revolucionario de las Fuerzas Armadas". En 1973, en una gigantesca Convención de los pobladores, quienes deciden su tipo de organización, nace la "Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador (CUAVES).
    La urbanización de los arenales de Villa El Salvador se estructuró en una base modular consistente en la reunión de 16 manzanas iguales, que contenía 24 lotes semejantes, alrededor un área libres destinada a infraestructura comunal. En efecto, los grupos residenciales albergan a 384 familias, y la reunión de 24 grupos forman un sector.
    La experiencia de organización social de Villa El Salvador no guarda relación con otros casos de consolidación de espacios urbanos en el país. Se trata de un caso singular que le ha dando grandes resultados a partir del concepto de participación democrática en las decisiones que afectan a sus pobladores y su ciudad.
    Villa El salvador tiene una organización comunal fuertemente estructurada y centralizada desde y hacia sus bases. Con la creación en 1973 de la CUAVES, máxima organización de la comunidad que dirige el conjunto de sectores y grupos, se planteó la necesidad de que el suelo fuera un bien que expresara la solidaridad de sus habitantes. Su instancia de decisión es el Consejo Ejecutivo Comunal y tiene una serie de órganos de ejecución, asesoramiento y de línea.
    Desde mayo de 1988 la estructura de la CUAVES integra también a representantes de las federaciones y organizaciones importantes del distrito de mujeres, jóvenes, comerciantes, artesanos, deportivos, culturales, etc.
    En 1983, Villa El Salvador se convirtió en distrito, con el derecho de tener un Gobierno Local propio y democráticamente elegido. Ello no significó la muerte de la CUAVES y por el contrario se llegó a estructurar un sistema de coordinación y trabajo entre ambas instituciones al punto que la máxima "toda ley comunal es ley municipal" constituye una norma básica de convivencia de ambas instituciones y el pueblo de Villa El Salvador.
    Se puede decir que Villa El Salvador es un conglomerado de dirigentes. En la actualidad existen más de 9.000 dirigentes elegidos, que no sólo forman parte de la organización de la CUAVES, sino de la organización de base.
    Antes de la conversión de Villa El Salvador en distrito ya había nacido el Plan de Desarrollo Integral. Propuesto y discutido por los dirigentes de la CUAVES y diversas organizaciones de base, se puso en práctica con la llegada en 1984 de Michel Azcueta, primer alcalde de la ciudad.
    El programa de desarrollo comprende cuatro planes. El primero, de ordenamiento y desarrollo urbano, atiende a los aspectos urbanísticos, infraestructuras y servicios. El plan de desarrollo industrial tiene como finalidad generar empleo para la zona. Hay uno más para el desarrollo de la zona forestal y agropecuaria y, por fin, el dedicado a cultura y deportes, cuyo eje principal es el Centro de Comunicación Popular, como modelo de participación en el campo de la educación y cultura popular. Las redes de bibliotecas son un ejemplo de los frutos de este plan. La Casa Alternativa joven, que reúne a miles de jóvenes, trata de dar solución a los problemas de empleo. Y los cientos de organizaciones deportivas participan activamente.
    Desde 1984, Villa El Salvador forma parte de la Federación Mundial de Ciudades Unidas y está hermanada con la ciudad de Santa Coloma de Gramanet (España), Rezé (Francia), Cherkasi (Ucrania), Amstelven (Holanda) y Tubingüen (Alemania). Por su tipo de organización y solidaridad, en 1987 le fue concedido el Premio Principe de Asturias de la Concordia y, en ese mismo año, las Naciones Unidas la denominaron Ciudad Mensajera de la Paz.
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por

Jaime Presentación
Madrid
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
     
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