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Excursión del día de la madre en el cementerio de los pobres

Los peruanos al igual que gran parte de los latinos mantenemos durante toda nuestra vida una estrecha relación afectiva con nuestra familia, sin embargo es la madre quien concentra nuestro mayor cariño y atención. Cuando ese ser que nos dio la vida se halla en una tumba humilde de un cementerio de pobres, es causante de una gran movilización familiar para su veneración. Tal vez la más interesante muestra de cariño post mortem lo exhiban los sectores populares, para quienes la pobreza no les significa el olvido del vientre que los cobijó.

Intrigado por la diversidad de hábitos en la celebración del día de la Madre que se realiza en los cementerios, decidí realizar una observación in situ en el Cementerio Virgen de Lourdes, denominado desde hace muchos años como el “ cementerio de los pobres”.
El cementerio de Nueva Esperanza
Motivado por la curiosidad y sin razones para apurarme, me embarqué en una camioneta rural que me traslade a Villa María del Triunfo y cuando llegué a la curva de Nueva Esperanza, el escenario era distinto al común de los días, una gran aglomeración de vehículos que por una “china” te llevan al camposanto, los pregones de los vendedores ambulantes presionan al máximo la capacidad de sus pulmones, tratando de captar la atención de la multitud que por allí circulaba. El recorrido de las unidades de transporte que se dirigían al camposanto se veía muy congestionado desde el paradero 4, donde los neumáticos debían de compartir la vía con familias enteras de caminantes que con flores en las manos seguían la misma ruta. En el paradero 8, los transeúntes y el comercio ambulatorio ganaron la batalla por el uso de los espacios y los conductores hacían temerarias maniobras para continuar hacia delante, recatar sus unidades o hallar un lugar seguro donde estacionarse. A partir de allí se inicia la mayor oferta informal de productos y de servicios en la vía pública, el movimiento económico “al paso” es realmente importante.

Se comercializa de todo, flores, velas, adornos, comidas típicas y de las otras, frutas, DVDs, cassettes, ropa, sombreros, calzado, golosinas, refrescos, bebidas, juguetes, recuerdos, llaveros, etc, etc. la creatividad y la viveza también se hacen presentes para ganarse unos centavos en este escenario, alquiler de baños, guardianía de coches, pintado de cruces, payasos, charlatanes, medida de la presión, balanzas personales, cortes de pelo, juegos infantiles, fotografías, etc., este panorama se presenta también en la parte interna del camposanto, donde se instala una verdadera feria multicolor, que justifica su existencia por la presencia de miles de visitantes.

El cementerio "Virgen de Lourdes", por los bajos costos del sepelio, es considerado como el “cementerio de los pobres”, se le ha señalado como el mas grande del país, con una extensión de 65 hectáreas y unos 70.000 sepultados. Esta ubicado entre la explanada y las faldas de los cerros de Nueva Esperanza, en el distrito limeño de Villa Maria del Triunfo. Este inmenso lugar fue en sus inicios un cementerio clandestino, en 1964, el municipio distrital, lo formalizó colocando vigilancia interna y externa, aunque aún no está muy claro si en la actualidad este camposanto cuenta con la autorización de operación de DIGESA, sigue brindando servicio a un gran número de difuntos. Un problema evidente es la falta de un cerco perimétrico confiable, lo que no contribuye a un mejor orden y seguridad internos, por lo tanto no podríamos asegurar que la profanación de tumbas y los entierros clandestinos no siga siendo una práctica vigente, aunque hay versiones de que en horas de la noche se convierte en refugio de consumidores de drogas y alcohol.

TUMBAS SIN NOMBRES, MUERTOS SIN IDENTIDAD

Los antiguos cementerios limeños, además de los cuarteles con los nichos, se caracterizan por la presencia de majestuosos mausoleos y monumentos, donde el mármol constituye una de las inversiones funerarias más importantes. En el cementerio de Nueva Esperanza existen pocos cuarteles, no hay estatuas ni grandes mausoleos y en el mejor de los casos los enchapes cerámicos, han reemplazado la función del mármol. Abundan las tumbas en la tierra que con cruces y promontorios de piedras, señalan la presencia de los cadáveres, aunque algunas de estas sepulturas debido a la desaparición o hurto de sus cruces, a la falta de puntos referenciales y al poco interés de sus deudos, han ingresado al anonimato y al abandono total. En medio de un gran grupo de tumbas sin nombre, una anciana se desesperaba por prender unas velas para su difunto, el resto de la familia blanqueaba las piedras y sembraba unas flores, aun no entiendo como pueden reconocer el lugar del entierro o es que tal vez presentían que allí estaba el cuerpo del ser querido.

Atrapado por la multitud, fui ascendiendo por las sendas estrechas y polvorientas, donde se respiraba además del polvo, un fuerte olor a licor, a comida, a cera, a sudor humano y a flores diversas. Los músicos folclóricos y los equipos de sonido a baterías, permiten el fondo musical idóneo para que los deudos brinden con quien se fue, la caña, el aguardiente, la cerveza y la chicha, aflojan las lágrimas y endurecen las penas. Los cantores y músicos circulan con arpas, violines y demás instrumentos musicales por todo el cerro, haciendo sus mejores ofertas a los paisanos de Ayacucho, de Huancayo, de Ancash y de toda la Sierra , la variedad del repertorio permite mejorar las ganancias y las propinas...” siempre nos invitan comida y trago, eso siempre nos permite seguir adelante sin importar el cansancio...” a pesar de las estrecheces y las incomodidades más de un visitante se atreve a bailar un huainito en honor de la difunta.

Texto aparte merecen los rezadores, verdaderos iconos de la religiosidad popular, con Biblia en mano y grandes cruces al pecho, recorren los grupos de visitantes, para ofrecer sus servicios de credos y padrenuestros, quienes con un extraordinario dominio del arte escénico popular inducen al recuerdo, al llanto, al arrepentimiento y a las ofrendas para futuros tiempos, además, mientras más sentido y más trágico es el rezo, es mejor la propina y no hay protestas por los precios. La inflexión y la modulación de la voz, además de los ademanes, gestos y muecas que realizan estos pintorescos personajes, merecen mejores escenarios, alfombras rojas y un gran telón dorado de cierre del espectáculo.

IN MEMORIAM

Recuerdo que de niño me gustaba leer los mensajes y epitafios que colocaban los deudos para recordar a sus seres queridos, en el Presbítero Maestro y el Cementerio el Ángel se hallan desde los más creativos, hasta los más poéticos mensajes post mortem. En el Virgen de Lourdes, no he hallado epitafios; pero si hay autorías de los recuerdos, como para poder señalar a todo el mundo que tal o cual tumba u ofrenda fue financiada por el esfuerzo y cariño de los padres, de los hijos, de la esposa, del esposo y nietos de quien en vida fue.....

Sin embargo lo que más llamó mi atención durante la lectura, fue la gran variedad y creatividad de los nombres de los difuntos, muchos de los cuales no creo que en vida, le hayan significado un placentero orgullo para sus propietarios. En estos casos el almanaque Bristol, ha cumplido un importante rol en la elección de los nombres, vieja costumbre que aún se mantiene en algunos lugares de nuestra serranía, también están los nombres de origen religioso, los épicos, los mitológicos, los históricos y también están presentes los nombres de origen extranjero (generalmente de los difuntos jóvenes y recientes) los que mezclados con los tradicionales apellidos de nuestra serranía, se convierten en verdaderas mutaciones idiomáticas y engendros de la fonética, estos nombres son verdaderos ejemplos de que la globalización también ha llegado a las pilas bautismales.

Si en el ascenso, me deje llevar por la masa humana , en el retorno me escudé en dos compadres que abrazados por la intimidad del alcohol, caminaban dos metros delante mío, cantando desafinadamente y a todo pulmón una canción en quechua. Su ebrio andar garantizaba holgura para los que veníamos detrás de ellos. Desde lo alto se podían visualizar los platos de arroz con pollo, los tallarines y la papa a la huancaína, otros solo degustaban habas, mote o cancha, sentados alrededor de la sepultura. Al lado derecho unos ancianos circulaban una botella de aguardiente y un alijo de coca. En la vera izquierda del sendero un artesanal baño, brindaba a las damas cierta privacidad gracias a la presencia de una estera cubierta con plásticos negros.

Algo que llamó mi atención durante todo mi periplo, fue que dentro de la composición étnica de los miles de visitantes al cementerio, es que no se percibía la presencia de personas de color. La interpretación que hallé para este fenómeno es que este cementerio ubicado en Lima Sur, por sus características de cerros y quebradas, se ha convertido en un enclave netamente serrano, donde otras etnias, a pesar de su pobreza se sienten fuera de lugar. Ese colorido paisaje ofrecido por las vestimentas de los visitantes y el bullicio musical serrano no solo permite recordar al difunto, sino también al terruño, al cual muchos ya no podrán regresar por sus propios pies. Quien sabe si con otro paisaje y con menos barullo folclórico, los difuntos del Virgen de Lourdes se hubieran sentido incómodos.

SUS OJOS SE CERRARON Y EL MUNDO SIGUE ANDANDO

Como menciona ese viejo tango, a partir de mañana el mundo seguirá andando y este camposanto estará invadido de recicladores y rebuscadores, que tumba a tumba escudriñarán por plásticos, botellas, recuerdos y todas aquellas cosas que los deudos dejan a sus muertos y que servirán a los vivos, ganarse unos cuantos cobres. Un final lucrativo aunque no muy digno para los difuntos.

De retorno a casa pensé que este lugar de encuentro social, donde se desarrollan una serie de actividades económicas y culturales, merece una atención más profunda, para entender su dinámica, tratar de ordenarlo y evitar que con el transcurrir del tiempo, el caos que hoy lo hace tan interesante, se convierta en un gran problema para la administración y gestión de la ciudad.
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por

Luis Garcia Calderon Sanchez

Mayo 2007
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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